Para superar los inconvenientes de los métodos de aprendizaje de la lectoescritura tradicional -a grandes rasgos, consiste en aprender a reconocer las letras para luego formar palabras con ellas- las últimas leyes educativas aprobadas en España empezaron a preconizar unas nuevas técnicas de enseñanza de la lectoescritra, denominadas analíticas y que se caracterizan por partir de unidades con significado completo, ya sea una palabra o una frase. Quizá el más utilizado en nuestros colegios sea el llamado método global, que trabaja con palabras apoyándose en las imágenes que las identifiquen para que el niño comprenda el concepto desde el principio. Este sistema tiene la ventaja de que permite comenzar la enseñanza de la lectura y la escritura a partir de los 3 años. Para ello, los profesores llenan la clase de carteles con palabras –el nombre de cada alumno escrito en su mesa y en su perchero, el nombre identificativo de cada objeto del aula, el título de los dibujos que han realizado los niños y que están colgados en las paredes...– que tengan relación con el mundo de los pequeños. Así, gracias a su memoria visual, los niños reconocen letras, incluso frases –¿a qué tu hijo lee con soltura Coca-Cola en la lata de refresco?–, y las relacionan con las imágenes. Si el pequeño ve una palabra escrita debajo de un dibujo del sol, sabe de qué palabra se trata, aunque no sepa qué letras son la /s/, la /o/ y la /l/”.
Tras muchas repeticiones, los niños ya están preparados para leer frases o, incluso, textos con esas palabras aprendidas. El resto de los elementos de la oración, como los verbos, los reconocen por deducción, a través de las relaciones que existen entre todos los componentes de la frase. De esta forma, los niños aprenden por curiosidad y por comprensión y entienden perfectamente lo que leen. Es un método más natural, porque sigue el mismo proceso que el aprendizaje del lenguaje, que se basa en repetir las palabras que oímos continuamente. Además, el niño se siente interesado por aquello que tiene sentido, lo que le ayuda a tener una lectura más fluida y comprensiva desde el principio.
No sin inconvenientes
El sistema global también presenta algunos problemas, fundamentalmente las faltas de ortografía. Las críticas van más allá: algunos expertos apuntan a que podría ser el origen de ciertos casos de dislexia. Como tanto el método tradicional como el global tienen ventajas e inconvenientes, en los últimos años, muchos colegios han empezado a implantar métodos mixtos que recogen lo mejor de ambos.
Tras muchas repeticiones, los niños ya están preparados para leer frases o, incluso, textos con esas palabras aprendidas. El resto de los elementos de la oración, como los verbos, los reconocen por deducción, a través de las relaciones que existen entre todos los componentes de la frase. De esta forma, los niños aprenden por curiosidad y por comprensión y entienden perfectamente lo que leen. Es un método más natural, porque sigue el mismo proceso que el aprendizaje del lenguaje, que se basa en repetir las palabras que oímos continuamente. Además, el niño se siente interesado por aquello que tiene sentido, lo que le ayuda a tener una lectura más fluida y comprensiva desde el principio.
No sin inconvenientes
El sistema global también presenta algunos problemas, fundamentalmente las faltas de ortografía. Las críticas van más allá: algunos expertos apuntan a que podría ser el origen de ciertos casos de dislexia. Como tanto el método tradicional como el global tienen ventajas e inconvenientes, en los últimos años, muchos colegios han empezado a implantar métodos mixtos que recogen lo mejor de ambos.
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