Cuando un
docente llega por primera vez a una institución, el recibimiento inmediato es: “Le toca primero”. Quien lo dice, descarga en esas palabras una
gran responsabilidad que ha ido eludiendo con el transcurso del tiempo. Quien
las escucha, no tiene otra opción por su condición de “primíparo” en la escuela adonde ha llegado. Pero más tarde, uno o dos años tal vez, por la veteranía, estará diciéndole lo mismo a un colega
recién llegado.
¿Por qué sucede esto? ¿Por qué asusta tanto ese “coco” del grado primero? Quizás porque no se ha
tenido la suficiente orientación para desarrollar un proceso coherente en estos
grados, o porque creemos que son los que más trabajo demandan por la dedicación
que se les debe prestar desde el inicio.
Lo cierto
es que en estos grados no deben estar los recién llegados, salvo algunas
excepciones, ni los que han sido privados de una formación pedagógica en los
colegios, en las facultades de educación de las universidades, inclusive en las
escuelas normales. Allí deben estar interactuando los licenciados, los normalistas
superiores inquietos, los docentes con experiencia significativa para permitir
aprender a leer y escribir a sus estudiantes. Es en estos grados (primero y
segundo) en los que se fijan las bases para facilitar la construcción de las
columnas del conocimiento.
Por esto, el afán de motivar a los estudiantes
para que sientan la necesidad de emplear códigos, presentes en el sistema
alfabético, para representar la realidad. Las palabras, surgen para ellos (estudiantes)
como torrentes de significados con los cuales van a procesarla información que
circula en el mundo. A propósito de los docentes, se presenta una sencilla
lectura para que al final se saquen conclusiones en torno a los paradigmas
presentes en la profesión de educar:
EL RÍO CAMBIA DE CAUCE
Allá abajo cerca del río, un viejo cuyo nombre no
importa, tendrá unos ochenta y pico de años; su paso es firme, tiemblan sus manos,
sus ojos lloriquean y se ríe como si supiera algo acerca dela realidad. En su
época era el mejor pescador de la comarca. “Yo los agarro hasta donde no
existan”, solía decir; sabía escoger las carnadas más convenientes para cada
ocasión, conocía la profundidad exacta donde nadaban las diferentes clases de
peces y el tamaño preciso del anzuelo que
debía usar. A poca distancia de la choza donde habitaba el pescador, el río
hacía una vuelta cerrada y era allí, en aguas profundas y tranquilas, donde
le encantaba sentarse, sobre un banco que estaba a la orilla. Lanzaba su cuerda
al agua, allí nada más; ningún otro sitio le gustaba. Pero la naturaleza no
respetaba la costumbre del hombre. Y sucedió durante un invierno; hubo una
creciente espantosa y cuando las aguas volvieron a bajar, el río había abandonado
su viejo cauce y se había alejado unos cincuenta metros hacia el oeste,
formando un canal completamente nuevo. En el banco donde el pescador solía
coger su presa ya no quedaba sino un banco de arena.
Un hombre cuerdo en su caso, se habría adaptado a las
nuevas condiciones y buscado otro lugar para pescar; no así nuestro pescador, más terco que mula, quien
se resiste a los cambios que inevitablemente trae el transcurrir del tiempo,
todavía, si uno quiere tomarse el trabajo
de visitar el lugar, puede ver al viejo sentado en el mismo tronco y
pescando en el mismo banco de arena.
Tomado de Un poco de Historia. Mábel Betancourt y María Eugenia Puche.
Ministerio de Educación Nacional
La invitación que se desea hacer con esta publicación es la de buscar
nuevos “charcos” para pescar. Se
debe estar en continuo cambio porque tal vez estemos todavía pescando donde ya
no corre agua, agua de conocimiento. Sí, enseñar a leer y escribir es un reto,
un reto que llena de satisfacción tanto al docente como al niño; juntos de la mano,
se contagian día a día, de la magia dela palabra que comunica, que ama, que siente,
que ora, que dibuja, que construye.
Es algo real Mar, yo conozco una, que cambiaba de cole este curso y su primer comentario fue " seguro que me toca 1º"...
ResponderEliminarYo creo que para mí sería una experiencia muy gratificante, poder enfrentarme a este gran reto!
ResponderEliminar