sábado, 20 de octubre de 2012

Enseñar a leer y escribir, todo un reto


    Cuando un docente llega por primera vez a una institución, el recibimiento inmediato es: Le toca primero. Quien lo dice, descarga en esas palabras una gran responsabilidad que ha ido eludiendo con el transcurso del tiempo. Quien las escucha, no tiene otra opción por su condición de primíparo en la escuela adonde ha llegado. Pero más tarde, uno o dos años tal vez, por la veteranía, estará diciéndole lo mismo a un colega recién llegado.

    ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué asusta tanto ese coco del grado primero? Quizás porque no se ha tenido la suficiente orientación para desarrollar un proceso coherente en estos grados, o porque creemos que son los que más trabajo demandan por la dedicación que se les debe prestar desde el inicio.

    Lo cierto es que en estos grados no deben estar los recién llegados, salvo algunas excepciones, ni los que han sido privados de una formación pedagógica en los colegios, en las facultades de educación de las universidades, inclusive en las escuelas normales. Allí deben estar interactuando los licenciados, los normalistas superiores inquietos, los docentes con experiencia significativa para permitir aprender a leer y escribir a sus estudiantes. Es en estos grados (primero y segundo) en los que se fijan las bases para facilitar la construcción de las columnas del conocimiento.


    Por esto, el afán de motivar a los estudiantes para que sientan la necesidad de emplear códigos, presentes en el sistema alfabético, para representar la realidad. Las palabras, surgen para ellos (estudiantes) como torrentes de significados con los cuales van a procesarla información que circula en el mundo. A propósito de los docentes, se presenta una sencilla lectura para que al final se saquen conclusiones en torno a los paradigmas presentes en la profesión de educar:
 

EL RÍO CAMBIA DE CAUCE
 
Allá abajo cerca del río, un viejo cuyo nombre no importa, tendrá unos ochenta y pico de años; su paso es firme, tiemblan sus manos, sus ojos lloriquean y se ríe como si supiera algo acerca dela realidad. En su época era el mejor pescador de la comarca. “Yo los agarro hasta donde no existan”, solía decir; sabía escoger las carnadas más convenientes para cada ocasión, conocía la profundidad exacta donde nadaban las diferentes clases de peces y el tamaño preciso del anzuelo que debía usar. A poca distancia de la choza donde habitaba el pescador, el río hacía una vuelta cerrada y era allí, en aguas profundas y tranquilas, donde le encantaba sentarse, sobre un banco que estaba a la orilla. Lanzaba su cuerda al agua, allí nada más; ningún otro sitio le gustaba. Pero la naturaleza no respetaba la costumbre del hombre. Y sucedió durante un invierno; hubo una creciente espantosa y cuando las aguas volvieron a bajar, el río había abandonado su viejo cauce y se había alejado unos cincuenta metros hacia el oeste, formando un canal completamente nuevo. En el banco donde el pescador solía coger su presa ya no quedaba sino un banco de arena.
Un hombre cuerdo en su caso, se habría adaptado a las nuevas condiciones y buscado otro lugar para pescar; no así nuestro pescador, más terco que mula, quien se resiste a los cambios que inevitablemente trae el transcurrir del tiempo, todavía, si uno quiere tomarse el trabajo de visitar el lugar, puede ver al viejo sentado en el mismo tronco y pescando en el mismo banco de arena.
 
Tomado de Un poco de Historia. Mábel Betancourt y María Eugenia Puche. Ministerio de Educación Nacional
 
      La invitación que se desea hacer con esta publicación es la de buscar nuevos charcospara pescar. Se debe estar en continuo cambio porque tal vez estemos todavía pescando donde ya no corre agua, agua de conocimiento. Sí, enseñar a leer y escribir es un reto, un reto que llena de satisfacción tanto al docente como al niño; juntos de la mano, se contagian día a día, de la magia dela palabra que comunica, que ama, que siente, que ora, que dibuja, que construye.
 Juan Carlos Rodríguez Ortiz


 

2 comentarios:

  1. Es algo real Mar, yo conozco una, que cambiaba de cole este curso y su primer comentario fue " seguro que me toca 1º"...

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  2. Yo creo que para mí sería una experiencia muy gratificante, poder enfrentarme a este gran reto!

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